El Atlético y la millonada que le han ganado a Griezmann
El plan de Simeone para recuperar a Griezmann: la paciencia
La información que tenía el club sobre la situación económica del Barcelona fue la clave
El negocio para el Atlético es absoluto: un beneficio de 85 millones de euros por estar dos años sin el francés
El plan que el Atlético de Madrid ha orquestado para recuperar a Antoine Griezmann es simplemente magistral y se ha basado en dos pilares fundamentales: la información confidencial que tenía el club sobre la situación económica del Barcelona y la paciencia en esperar hasta el último día de mercado para dar el golpe. El resultado no puede ser más contundente: los azulgranas pagaron 120 millones de euros más otro 15 adicionales hace dos años para fichar al francés. El Atlético lo recuperará pagando un máximo de 50 millones de euros. El beneficio es de 85 millones de euros. Se trata sin duda de la operación del siglo.
El pasado 11 de mayo, cuando Eduardo Inda anunció en exclusiva en El Chiringuito que Simeone quería recuperar a Griezmann, la maquinaría rojiblanca ya estaba en marcha. El primer paso era contar con la colaboración del jugador, que desde el primer momento estaba decidido a dar el paso y volver a ponerse a las órdenes del entrenador que mejor le ha entendido en España. Simeone recogió en el verano de 2014 a un extremo izquierda que había mostrado muy buenas condiciones en la Real Sociedad, pero que no era ni mucho menos una estrella. Lo primero que hizo fue sacarle de la banda y acercarle al área. Lo segundo, enseñarle a defender. En 2018, cuatro años después, Griezmann era campeón del mundo con Francia y ya estaba considerado uno de los mejores jugadores del planeta.
Una vez conseguido el sí de Griezmann era sólo cuestión de tiempo. Miguel Ángel Gil Marín manejaba información confidencial sobre la situación agónica del FC Barcelona y sabía que no podrían mantener al francés. De hecho, la hoja de ruta rojiblanca pasaba por aguantar lo que fuera necesario y dar el golpe en el momento adecuado. La primera oportunidad se presentó cuando surgió la posibilidad de intercambiar al francés por Saúl.
La operación parecía diseñada en un laboratorio. El Atlético se liberaba de un salario bruto de 14 millones de euros y el Barcelona se ahorraba los 35 millones anuales que le costaba el francés. Además, Koeman había pedido un centrocampista y Griezmann no ha sido nunca un jugador que haya encandilado el técnico holandés. Todo iba por buen camino, pero al final los informes técnicos sobre el mal rendimiento de Saúl en las dos últimas temporadas tumbaron el acuerdo. El Barcelona dijo que no al intercambio.
El golpe fue fuerte, sobre todo para Saúl, pero el Atlético no se tambaleó porque sabía que el Barça seguía sin poder pagar a Griezmann. Sobre todo porque en el diseño del plan para traer de vuelta al francés había un argumento contundente: Laporta tenía sí o sí que renovar a Messi. Y ahí se irían todos los recursos económicos del club azulgrana, que de ninguna forma podría asumir los 35 millones de salario de Antoine salvo que prescindiera de todos sus fichajes y no inscribiera ni uno en la Liga, lo que hubiera significado un ridículo sin precedentes.
En este escenario, con el Atlético afilando los colmillos, llegó la noticia más inesperada del verano: el anuncio de la no renovación de Messi. El adiós del argentino y su casi inmediato fichaje por el PSG fue interpretado en el Metropolitano como el adiós a la vuelta de Griezmann, y aunque en el club siguieron siendo conscientes de los problemas de tesorería del Barcelona comenzó el rastreo en busca de una alternativa al francés, pero sin perder de vista lo que sucedía en el Camp Nou.
Distracción para traer a Griezmann
Fue entonces cuando se jugó la carta del serbio Vlahovic. El Atlético nunca tuvo la menor intención de destinar 75 millones de euros a la compra del delantero de la Fiorentina, pero dejó que la noticia corriera como un reguero de pólvora para hacer ver que renunciaba definitivamente a Griezmann. Nada más lejos de la realidad. Simeone siguió teniendo paciencia, Gil Marín siguió teniendo paciencia y, por si acaso, se invirtió una cantidad moderada de dinero en el brasileño Mattheus Cunha, una buena oportunidad de mercado para un jugador muy joven que acababa de ganar la medalla de oro con Brasil en los Juegos de Tokyo.
Mientras, en Barcelona, inevitablemente comenzaba la comparación de Griezmann con Messi. Y ahí el francés no aguanta. No aguanta ni él ni nadie, porque Leo ha sido el mejor jugador de la historia del club y puede que pasen varias generaciones hasta que surja alguien capaz de estar a su altura. Pronto empezaron los murmullos, y pese a que Antoine arrancó la Liga con un aceptable partido ante la Real Sociedad -aunque no marcó-, sus dos siguientes actuaciones ante Athletic y Getafe fueron decepcionantes. En el estilo del francés, que desaparece en muchas ocasiones del terreno de juego. Eso lo podía hacer antes porque Messi lo arreglaba pero ahora, sin el argentino, el público esperaba que Griezmann se echara el equipo a sus espaldas. No ha sido nunca su estilo. Él está para otras cosas.
El Barça había podido cuadrar las cuentas y se hubiera podido permitir mantener a Griezmann, pero Laporta acabó siendo consciente de que eso se podía volver en su contra. Corría el peligro de tener a un jugador que le costaba una fortuna y sobre el que iría dirigido en pleno toda la frustración de la grada por haber perdido a Messi. Era el momento de darle salida. Gil Marín recibió una llamada de su amigo Mateu Alemany. La oportunidad que el Atlético había estado esperando durante todo el verano había llegado.
«Nunca dejes de creer». El lema rojiblanco se ha hecho realidad una vez más con el caso Griezmann. La fe de Simeone, la información privilegiada de Gil Marín y la complicidad del jugador, que había comprendido su error al abandonar al Atlético hace dos años «aquí serás una leyenda, allí serás uno más», se habían combinado para hacer posible el regreso del Principito. Sin embargo ahora empieza para Antoine un reto distinto. El equipo al que vuelve tiene poco que ver con el que dejó hace dos años. Su crecimiento ha sido exponencial y ahora tendrá que pelear con alguno de los mejores delanteros del mundo. En su anterior etapa tenía la titularidad garantizada. Ahora deberá pelearla. Y no será sencillo, pero bendito problema para el Cholo Simeone.